La semana pasada participé de un evento de recaudación de fondos para la lucha del cáncer infantil a través de un radio maratón organizado por la Fundación Amigos Contra el Cáncer Infantil (FACCI).

Aparte del interés de colaborar con mi servicio para una noble causa, el entusiasmo, seriedad y profesionalidad que distingue al equipo que dirige la fundación me motiva apoyar esta lucha interminable contra esta enfermedad. Como de costumbre, el enfoque, la coordinación y el trato de los miembros de la fundación nos hacía sentir que estábamos en casa haciendo algo que definitivamente iba en beneficio de los más necesitados.

En estas líneas quiero compartir la experiencia y testimonio que se resume a través de aquella frase que la gente pregona mucho: ¨ Es mejor dar que recibir ¨. Y para ser justos con el origen de la frase debemos ir a La Santa Biblia: Hch 20: 35; es ahí donde nace este mensaje, te invito a que lo busques y lo leas en su contexto.

Para la actividad fui acompañado de mi hija Alma Carolina, que siempre se ha inclinado por la defensa de los derechos de los demás, el servicio y ayuda comunitaria; pronto será una gran abogada en leyes: –No podía faltar un poquito de orgullo de padre aquí. Al llegar fuimos recibidos con alegre cortesía, nos asignaron nuestros puestos e iniciamos nuestra jornada para contestar las llamadas de las personas que querían realizar donaciones.

El proceso es reflexivo.

Hay momentos que estás ansioso porque no recibes llamadas con la frecuencia que quisieras y te preguntas ¿qué le pasa a la gente?, ¿no entienden lo importante que es aportar para que un niño pueda curarse?; pero luego comprendes que se necesita tener paciencia para que aquellas cosas que anhelas y que sabes que tienen un impacto importante en la vida lleguen en su momento. Esa espera te hace apreciar que el aporte, aunque sea mínimo, es un apoyo para una causa en común por la que tú, los que están allí y los que llaman creen y quieren ser parte. En esos pequeños detalles e interés genuino encuentras respuestas a la bondad del ser humano que a diario nos preguntamos dónde está.

Tomamos unas llamadas, que al conversar con los donantes nos dábamos cuenta de que atravesaban precariedad económica y lo sabíamos no porque lo inferíamos sino porque ellos directamente nos lo decían. Pero igualmente te decían que con el solo hecho de aportar sentían que se unían a una causa que va más allá de realizar una labor social, una causa, de llevar un aliento de esperanza de que las cosas pueden mejorar. Una de las llamadas que más nos conmovió, de todas que también fueron de un alto grado de apreciación y humildad, fue la realizada por una señora; y para contar la experiencia le paso la pluma, digo, el teclado a Alma Carolina:

Una llamada entrante en un momento de expectativa, que quieres que resulte exitosa, pero a la vez con emociones que te arropan desde el momento en que contestas hasta que termina. Esa fue mi tercera llamada dentro de la jornada, una voz sutil que de inmediato me impregnó de tranquilidad, era de una señora de 85 años que de inmediato me aborda con la interrogante de cómo hacer el aporte. No tenía cuenta bancaria y con base a lo que sus hijos le mandan desde fuera del país quería y se comprometía a realizar una donación. Debo decir que me sorprendí, me sorprendí porque mientras platicaba con ella me daba cuenta de que llamaba porque tenía un profundo entendimiento de la importancia de la causa, que sin importar que sus condiciones financieras no fueran las mejores, la lucha de los niños contra el cáncer era una razón que no podía ignorar y de la que quería ser parte.

Me platicó de como cada día 1.º del mes ella va a una institución financiera a recoger esos ¨chelitos¨ (palabra de ella) y que ahora, dentro de su viaje se agregaría la nueva finalidad de aportar a la causa de la lucha contra el cáncer infantil. Terminé esa llamada con una sonrisa en la cara, porque sin preverlo, me di cuenta de que ese día se trataba más que tomar llamadas; fue un día que me hizo entender que todos somos necesarios para crear un mejor futuro y que no importa lo que tengas para dar siempre puede ser algo que otros necesitan. Esa señora fue el ángel que trae esperanza no únicamente a los niños, sino también a mí y a todos los voluntarios que estábamos allí.

Ahora te paso el teclado papi…

Como esta llamada hubo otras que igualmente nos llenaron de reflexión, comprensión y aprendizaje: no importa lo poco que tengas, lo importante es estar ahí para los demás y que no es necesario hacerlo con fanfarria, porque a la larga, la esperanza es en sí lo que necesitamos para seguir luchando por el anhelo de tener una mejor humanidad.

Toda esta experiencia y aprendizaje lo extrapolo a la vida empresarial y de los negocios. Como líderes tenemos habilidades, conocimientos y experiencias que por más pequeñas e insignificantes que creemos que son, si la compartimos y enseñamos a otros, pueden generar importantes cambios hacia el progreso, sostenibilidad y la excelencia organizacional.

Nos sentimos muy agradecido de los familiares, amigos y todas las personas que nos llamaron para donar y ponerse sus Alas de Esperanza.

Y Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará¨. (Mt. 6: 3-4)

Hasta la próxima,

OJK / ACJA